Enviat per: Bernat | 21 Mai 2011

#spanishrevolution : #nosoniguales o la elegía del diálogo por encima la crítica

Una revolución loable si contara con un discurso riguroso

Empiezo este artículo con una confesión: tanto mis hermanas como quien escribe hemos sido unos privilegiados. Afortunados descendientes de una familia maravillosa que nos enseñó a captar matices y riquezas en nuestro entorno o a ver grises y no blancos o negros. A escuchar a nuestros amigos, pero también a nuestros rivales y en definitiva a ser plural y colorear nuestros pensamientos con una amplia gama cromática y no cegados por éste o aquél chillido estridente . Pues sí, hemos sido unos afortunados. Porque hemos crecido distinguiendo el susurro de la palabra, matizando el grito o reduciendo los maximalismos que día a día nos asaltaban. Tanto en vida de mi padre como ahora, que no está y tanta falta nos hace algunas veces.  A pesar de no compartir en demasía sus ideas, aún nos emocionamos recordando sus sabias y llenas de sentido común palabras: “un nacionalista de izquierdas es lo más parecido a un nacionalista de derechas, por eso es tan difícil a los de izquierdas explicar su posición y a los de derechas tan fácil descalificarlos”. Se podía ser o no ser nacionalista, pero con mi padre era muy difícil no darle la razón. Básicamente, porque tenía un don: el de argumentar después de escuchar.

Todo este pequeño homenaje a nuestro progenitor  viene a cuento al ver las concentraciones y mensajes que estos días salen de la madrileña Puerta del Sol, de la barcelonesa Plaza Cataluña o la sevillana Plaza de la Encarnación. Mensajes de desesperanza, sí. Mensajes de desengaño, probablemente. Hasta mensajes de odio se captan en el ambiente. Todo bajo el impulso de las Redes Sociales, ese inmenso diván donde muchos descargan sus frustraciones, miedos y también esperanzas. Ese no-lugar tan dado a la confesión conjunta, a la expiación colectiva de nuestros pecados y también fechorías. En definitiva, una herramienta fantástica para sumar sinergias y aunar voluntades, tal parece el caso. Pero también caldo de cultivo perfecto para agitadores de masas y manipuladores intelectuales. Cosa que visto lo visto no debe descartarse, si se sigue por este camino de frivolidad analítica en la que ha caído el en primera instancia simpático movimiento de protesta.

Porque de tener un “corpus” ideológico relativamente potente y seductor ( “lo pasamos mal, no creemos en vosotros”) se ha pasado a la defensa de una falacia:  “Partido Popular y PSOE son iguales, no les votes”. Como la Historia suele ignorarse demasiado, no estaría de más recordar que cuando la derecha más conservadora quería atacar a la entonces joven democracia española se oía el mismo latiguillo por según qué periódicos y medios de comunicación del país: “todos los políticos son lo mismo, este no es el cambio que necesitamos, ya estábamos bien como estábamos”.  Aunque los congregados y congregadas en la Plaza del Sol no dejan de tener razón en algunos puntos, deberían saber que su solución – “no les votes, no nos sirven” – es la misma receta que utilizó Adolf Hitler para acceder al Reichstag en 1933. Obviamente no es el mismo caso, pero sí la situación: una población al borde del caos económico, un movimiento sin ideologías y un líder carismático. Aquí falta lo último, aunque es de esperar que alguien se intente apropiar ideológicamente del fenómeno Democracia Real.

Porque se puede entender la desazón de la juventud, con un % de paro estructural alarmante. Se puede entender el desengaño a que puede llevar una clase política que sigue encubriendo uno de los sistemas hipotecarios más severos del mundo. Nota deberían tomar tanto los miembros de las Ejecutivas tanto del PP como los del PSOE: de seguir con la complicidad con una de las clases financieras más opacas de Europa, podremos tener un grave problema, si no lo tenemos ya. Se debería entender el desamparo y la sensación de soledad en que muchos españoles y españolas se encuentran, sin ingresos fijos y con unas obligaciones dinerarias cada vez más acuciantes. Todo eso se puede entender. Y – como hacía mi padre – escuchar , escuchar y escuchar. Y sacar conclusiones del estado de “schock” en que se encuentra – nadie lo niega – gran parte del país, por no decir del Viejo Continente. Pero siempre en positivo: “¿ hay problemas? Se solucionan”.

Pero de ahí a triunfar una mentira y no proponer más que una negación, va un abismo. Aunque sea bienintencionada y de 140 caracteres: PP y PSOE no son lo mismo, ni mucho menos. Y el no votarles no garantiza un Gobierno más estable ni la solución a los graves problemas que azotan al país.  Porque unos pagan prostitutas con dinero público y los otros no, #nosoniguales. Porque unos creen en la Sanidad Pública y los otros no, #nosoniguales. Porque unos consiguen presidencias de CCAA imputados y otros no, #nosoniguales. Porque unos desprecian las minorías y otros no, #nosoniguales. Porque unos pueden llegar a afirmar que “España fue invadida por musulmanes en el 711 (sic)” y por ello la Guerra de Irak fue legítima y los otros no, #nosoniguales . Porque para unos la Ley de Igualdad es un estorbo y para los segundos es un logro, #nosoniguales.  Porque para unos la Ley de Dependencia es algo a anular y para los otros – pese a sus muchas dificultades de implantación – es irrenunciable, #nosoniguales. Porque para unos para ser candidato basta con tener “buena percha y ser guapo” ( Mariano Rajoy se refirió así al nuevo candidato del PP en Palma como gran explicación para su nombramiento ) y para los otros los principios e inteligencia van por encima del físico #nosoniguales.Porque unos desprecian a las Comunidades Autónomas como centros de poder y los otros mucho menos, pues #nosoniguales .

Y así, podríamos seguir toda la tarde. Como no se puede recomendar el voto, les voy a explicar el mío: voy a votar a alguien que no puede avergonzarse de su pasado. A alguien que no se arrepiente de sus antepasados, como hace el sr. Rajoy Brey con su abuelo, federalista gallego – y galleguista – convencido. Voy a votar a alguien a quien se puede mirar a los ojos porque poco tiene que esconder. Alguien que presenta un programa y que no tiene otro bajo mano. Voy a votar a políticos y políticas honesto/as . Porque básicamente, #nosoniguales.

Ya lo advirtieron en su día Jaume Vicens Vives y el francés Pierre Vilar : “el español suele olvidar demasiado deprisa las lecciones del pasado”. Desgraciadamente, quizás vuelvan a tener razón. Una vez más.  Y – es una opinión muy personal – puede que no sea la última.

bernat.jofre@gmail.com


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